miércoles, 30 de enero de 2013

¿Llanto o pitorreo?

Los hijos saben muy bien a que progenitor pueden torear y a cual no. Lo curioso y sorprendente es que lo sepan a los escasos días de nacer. Cómo es posible que un niño llore más fuerte, con más ímpetu, cuando yo aperezco en su campo de visión.

A veces, al llegar a casa, Cayetana se pone a llorar nada más verme...a llorar por todo, a tener como yo digo, mimitos de mamá.

Cuántas veces habré oído la frasecita de: "estaba bien...no ha llorado nada en toda la mañana. Sólo al verla a usted".

Pues vaya por Dios!

De noche, de madrugada, más de lo mismo. Si alguno de los dos llora en su cama/cuna y soy yo la que va...MALO. Lloran más, se returcen, me llaman a grito pelao..sin embargo, si va el padre, el llanto desaparece en cuestión de minutos. Y no, no es que el padre sea un ogro ni nada por el estilo, simplemente, a él le tienen más respeto. Y punto.

¿Y por qué?

Pues no lo sé. Porque yo les mimo, de acuerdo. Les consiento, también. Pero el padre también lo hace!!!! y sin embargo son capaces de tragarse el puchero y dejar de llorar con tan sólo una mirada paterna.

El otro día, cenando, Cayetana se sacaba la comida de la boca...el padre que la mira...Y ella, simplemente le puso un puchero, pero un puchero digno de un Oscar de la Academia. Un puchero sin llanto. Sólo con la cara y los ojitos caídos. El padre, tiene que mirar para otro lado para no reirse porque es que esta niña sabe latín!!!

Pero no lloró y fue capaz de comerse el platito entero sin rechistar.

Y yo, que soy la que más tiempo paso con ellos, la que lidia tarde tras tarde con los dos, con las meriendas, en el parque, en el centro comercial, en el pediatra, en el supermercado. Yo! que soy su madre y soy la que le mete los dos gritos...pues no. No funciona. Sólo basta una mirada paterna para que ambos se cuadren.

Sin embrago yo practico esa mirada...de verdad que lo hago. Pero cuando les miro así, mi hijo viene, me abraza las piernas y me dice con su vocecita: "mamiiiii".  Y me desmonta.

Entonces pienso que la historia se repite...nosotros, que somos seis hermanos, volvíamos loca a mi madre. Loca de remate...Ahora, que yo también soy madre me doy cuenta de la paciencia infinita que tenía la pobre de mi madre. Ella era capaz de coger la escoba y correr detrás de mi hermano...Y éste reirse de ella y acabar los dos en el suelo muertos de la risa. Sin embargo, a la noche, cuando llegaba mi padre todos nos cuadrábamos como soldados...Y luego mi padre era el de los cuentos, el que más nos mimaba, el que más nos consentía...¿Cómo era posible entonces que ante él nos pusiéramos más rectos que una vela?.

Digo yo que será porque hay caras que imponen más que otras...jajajja. Y la mía a mis hijos no les impone nada. Aún así os diré que mis niños son obedientes, niños, pero obedientes. Y suelen hacerme caso a la segunda o a la tercera...

Besos desde el Sur

Feliz miércoles


2 comentarios:

  1. Tienes mucha razon, a mi me pasa igual.... a veces alucino de la capacidad de torearme que tiene Mimpa y lo poco que le cuesta a JJ. hacerla obedecer. ?????
    Bss guapa

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  2. EN MI CaSO YO DIRÍA PITORREO!!
    No sabes qué bien hace el papel de víctima mi niña nada más que me huele..ya puede estar a carcajada limpia con su padre o en los mundos de yupi con sus abuelos,es verme y tacháaaan!! mamitis al canto!
    Besoss

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