Recuerdo a una mujer embarazada en la sala y a su madre…que
ambas me miraban con la cara desencajada por lo rápido que yo respiraba.
“Chiquilla…vete para arriba, que tu vas a parir aquí…”. Fueron las palabras de
la escandalizada señora.
Al cuarto de hora yo ya no podía seguir ahí y decidimos dar
la vuelta al Hospital y volver a entrar por Urgencias. Cada cinco pasos tenía
que pararme porque me venía una contracción. Tardamos una eternidad en llegar.
Celador que nos sube a la planta de maternidad y el mismo
matrón de la mañana que me ve entrar por la puerta.
Sonrisa pícara: “¡Esa es la cara que yo quería verte! Ves?
Ahora si estás de parto”.
Mi cara debía de ser un poema.
Pero si alguna me lee y es primeriza, tranquila. No es para
tanto. De verdad, nada que no puedas soportar como una campeona.
Eran las 7.30 de la tarde. Dilatación: 2cm.
Iba lentita la cosa…
Me ingresaron, me dieron los papeles de la Epidural, me
cogieron la vía y después de estar un rato que me pareció una eternidad en los
Monitores, me mandaron para la habitación.
Al ir para ella y ver a mis hermanas en el pasillo, me puse
a llorar como una tonta.
Con ellas allí aguanté una hora más. Me duché con agua
calentita y tuve la gran suerte de estar sola en la Habitación, sin compañera.
Recuerdo que me pincharon en el culete un Nolotil para que me calmara un poco
el dolor ya que según la enfermera, llevaba una buena dinámica de parto. Si
ella lo decía…
A las 9 de la noche las contracciones ya eran cada tres
minutos. Decidimos irnos para Dilatación para que me exploraran. 3 cm. Objetivo
conseguido. Bendita Epidural.
Y no. La Epidural no duele cuando te la ponen. Es fastidiosa
para colocarla porque deben ponerla sin contracciones, justo en el momento entre
una y otra. Yo al menos no sentí dolor, sólo una sensación fría recorriéndome
la espalda.
A partir de ese momento, no volví a sentir dolor. Es más,
entre la epidural y el Nolotil, estaba más bien en el Nirvana.
Como buena alumna de mis clases de Preparación al Parto,
decidí empujar cada vez que me entraban ganas de hacerlo. No me preguntéis como
sin sentir dolor puedes notar las contracciones y sentir ganas de empujar.
Gracias a dios la ciencia avanza.
A partir de ahí, de muchos empujones después, de un monitor
que pitaba más de la cuenta y de una matrona y una ginecóloga a las que le
estaré eternamente agradecida, mi hijo necesitó una ayudita para venir a este
mundo. Una ventosa que duró tres segundos y por fin, me pusieron a mi hijo en
el pecho.
Nunca lo olvidaré. Esa sensación…después de tanto tiempo
esperándolo, por fin nos conocíamos.
Su carita, sus ojitos rasgados del color de la miel, como
aferraba mi dedo con su mano, como se acoplaba a mi cuello, y me llamo la
atención que me olía…como un cachorrito…Y su olor…
Llegó de madrugada…a las 2.30 de la mañana del ya, martes 11
de mayo de 2010.
Será por eso que mi hijo es un nocturno y un búho de la
noche, como yo le llamo. Si es que venía anunciándolo desde su nacimiento…
Besos desde el Sur
Feliz lunes
me encanta leer crónicas de partos,sobre todo si son buenos como el tuyo! jeje
ResponderEliminarEsa sensación (cuando te ponen a tu bebé en tu pecho)es la mejor del mundo!
Besosss y gracias por compartir con nosotras tu experiencia.
Oye, suena idílico! Que suerte!
ResponderEliminarYo creo que el momento de ver por primera vez a tus hijos es siempre maravilloso, ahora el parto... bufff!