Lo cierto es que Ignacio y Cayetana adoran a su hermano pequeño. Lo idolatran, le dan besos, abrazos e incluso le aguantan el chupete porque saben que Juanito es muy chico y lo escupe.
Aguantan pacientes sujetándoselo con su dedito hasta que se calma...
A cada rato me piden cogerlo y se sientan en el sillón para que yo lo ponga sobre ellos...
Los celos de mis retoños no son de ellos hacia su hermanito. Sino de ellos hacia mi.
Ignacio, pobre mío, se convirtió en hermano mayor con tan sólo 15 meses de vida. Y lo llevó bien, nunca tuvo celos de su hermana ni hacia mi. Al contrario, a su hermana, a su Nana como él la llama, la adora por encima de todas las cosas.
Pero quizás Juan le ha pillado más mayor, más consciente y me echa más de menos porque no es lo mismo compartirme con un hermano que con dos.
Y mira que intento estar más con ellos, pero a veces existen situaciones en que Juan me necesita y por unos instantes tengo que desatenderlos a ellos.
A veces Ignacio hace cosas que antes no hacía, no sé si son propias de la edad o de rabia hacia mi. El caso es que cuando estamos en la cama, a veces me da patadas y me dice que me vaya...
Algo que a mi me parte el corazón...
Por suerte son pocas veces en las que tiene esa actitud.
Y desde que empezó este año el cole me habla muchas veces con ese tonito de "chincha rabiña"....que me hace mucha gracia pero que a veces me desespera.
Y la enana...la enana es otro cantar. Ella con su hermano es una madre. Lo cuida, lo tapa, le aguanta el chupete, me trae las toallitas y los pañales sin yo decirle nada, a lo que ella alega: "Mamá, "janito" tene caca...".
Vamos, que se cree que es su muñeco.
Sus celillos se demuestran en que quiere que se lo haga yo todo. Absolutamente todo.
Pero bueno, siempre se ha dicho que con amor, cariño y paciencia todo pasa no???
Pues así estamos.
Porque yo, amor para estos tres enanos tengo de sobra...
Feliz martes
Besos desde el Sur